jueves, 20 de octubre de 2011

Cuando comer de manera sana, puede matar...

¿Cuándo la alimentación saludable cruza el camino entre lo conveniente y lo obsesivo?

¿Cuándo las personas utilizan esta necesidad de controlar los alimentos que consideran impuros por estar elaborados, cultivados o criados con productos y/o elementos artificiales, como una manera de sentir y ser en el mundo?

Hasta dónde una persona es capaz de restringir, manipular y en casos extremos eliminar grupos alimentarios considerados industriales; o hasta dónde es capaz de sacrificarse a nivel orgánico, social, familiar e interpersonal por seguir una dieta concreta, o una conducta saludable?
Así los productos orgánicos, probióticos, ecológicos, sin grasas, cultivados ecológicamente y sin sustancias artificiales, como también las conductas relacionadas en cómo se preparan estos alimentos, a qué horas, en qué sitios, de qué forma, etc. pueden acontecer un grave problema en el devenir del día a día de una persona, distorsionando otras actividades también importantes.

Es nuestra sociedad una apología del culto al cuerpo bajo el lema oculto de "saludable"?

Preguntas que se pueden responder, como la gran mayoría de cuestiones que se dan en la vida, de forma diferente dependiendo del sistema de significados y de la experiencia personal de cada persona.
Des de mi punto de vista, y más allá de una perspectiva profesional, deberíamos preguntarnos más de una vez si "tal dieta" o "tal evitar" o "ciertas restricciones" o bien "ciertas obligaciones" que nos planteamos alrededor de la comida y de ciertas conductas alimentarias y de salud verdaderamente responde a una cuestión de salud.
¿Te permites saltarte esa dieta sin que te haga sentir mal?, ¿Te hace sentir culpable no haber podido mantener "x" restricción?, ¿El ejercicio físico se transforma en una obligación para sentirte bien con tu cuerpo-figura, y el no ir al gimnasio se transforma en malestar?

Son preguntas sencillas pero difíciles de responder si se hacen desde la sinceridad. A veces nos es más fácil mantener controlado el entorno para que los miedos y las preocupaciones internas no afloren. Somos nosotros los únicos responsables de flexibilizar y destapar la verdadera génesis de estos comportamientos, ahora bien, no todos estamos dispuestos a aceptarlas... ni siquiera hay gente dispuestas a responder esas preguntas.

Quizás en estos momentos nos es fácil culpar a los valores que inundan nuestro entorno occidental, pero pienso que no todos estamos dispuestos a sucumbir a la espiral y el binomio salud-belleza que nos han querido vender des de hace tiempo.

Cómo decía una canción: "y tú de quién eres?"

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