martes, 3 de julio de 2012

Nubes con sabor a queso

Pues si... he descubierto que las nubes saben a queso. A queso de todos los sabores , colores y nacionalidades que os podáis imaginar.

Muchos de vosotros os preguntaréis cómo esta proeza ha podido llegar a mi paladar y narcotizar mi cerebro, la respuesta es todo lo sencilla y complicada que queráis. Simplemente os diré que mis nubes saben a queso y ahí os dejo todo un ejercicio digno de deconstrucción de nuestra realidad, de nuestra experiencia. Muchos de vosotros habréis arrugado el morro... qué dice? Mezcla queso con términos postestructuralistas derridianos... pues sí... y me encanta! Esto es lo maravilloso que tiene la psicología-nuestra psicología- que como el queso (y más en mi caso), casa con todo.

¿Y tus nubes a qué saben? Y no lo digo haciendo una apología a los anuncios televisivos de compresas, sino refiriéndome, ¿a qué sabe tu mundo?, ¿tus experiencias?, ¿tus recuerdos?, ¿tus decepciones?, etc. Todos, absolutamente todas las personas tenemos sabores que llevamos en nuestra maleta emocional y que nos marcan, para bien o para mal, nuestro camino experiencial.

¿A cuántos de vosotros leyendo estas palabras se os ha activado una "cocina emocional" de sabores, olores e imagenes nítidas y reales de comidas especiales que os han acompañado todo la vida, o bien, desde algún momento puntual e importante de vuestra vida?

¿Os habéis parado a pensar hasta que punto nuestra memoria emocional se encuentra determinada por nuestra alimentación? Nuestros alimentos, los que nos producen aversión y los que nos producen placer, esos que nos acompañan todos los días y que hacemos por consumir casi de forma autómata, también tiene vida emocional, la que nosotros les queramos integrar.

¿No os habéis parado a pensar cómo podemos juzgar a las personas que nos rodean por lo que comen? ¿O cómo de atraídas nos podemos sentir, por ejemplo, por lo que no comen? Nuestros valores, nuestra sociedad, nuestras necesidades emocionales, nuestro estado psicológico, nuestras dependencias, nuestras creencias, etc. son factores determinantes en "este sabor que tienen las nubes".
Tened en cuenta que estas nubes pueden llegar a controlar toda nuestra experiencia, restringiendo o descontrolando nuestra alimentación, llegando a ser ésta el eje controlador o descontrolador de nuestra vida en general.

Fijaos si es importante, de vez en cuando, darse cuenta de estos sabores que nos construyen.

Lo dicho, ¿a qué saben tus nubes?